He conocido bastantes Gerentes, algunos cargos superiores y siempre, hasta su jubilación, un jefe directo, con el que hemos estado durante muchos años. A pesar de las diferencias entre personal y jefe, nuestro servicio UGP compuesto por unas 12 personas, hemos sabido trabajar y llevarnos bien la mayor parte del tiempo. Teniendo en cuenta que pasábamos muchas horas juntos, ha habido de todo pero me consta que ha sido bastante gratificante aún con algunos momentos de enfado y tirantes, como cualquier personal que conviva muchas horas juntos.
Todo fenomenal casi siempre, pero todo pasa, el personal se va jubilando y van llegando nuevos compañeros, ya nada es igual pero todo sigue, cuesta adaptarse aunque hay gente que nunca se adaptará o no quiere hacerlo y al resto ya no nos dará tiempo.
Lo triste es que cuando me ha tocado marcharme y decir mi último adiós al trabajo y a los compañeros que allí quedaban, todo fue muy distinto a las despedidas anterirores, a las que estábamos acostumbrados. Excusándose en la pandemia y el covid que no permite reuiniones... mi despedida fue triste, fría y dura.
Tenía tantas ganas de jubilarme que mi último día, en un principio fue todo genial, dedicada a decir adiós a todos los que pude dentro de las circunstancias. Pero lo que no esperaba de mis compañeros, de los más allegados y de siempre, que aún quedaban, fue su indiferencia. Me dijeron adiós como cuando te vas de vacaciones y vuelves, ni se molestaron en levantarse de sus sitios. Cuando caminaba hacia la calle comencé a sentir la desilusión de los años pasados entre esas paredes y con esa gente a la que creía conocer y aprecio bastante, ahora eran extrañas y ausentes, me quedé esperando una simple maceta de recuerdo. Pasé un día duro recordando ese triste adiós. De algunos lo esperaba pero de otros no. Bueno, debo decir que hubo algunos compañeros me enviaron un ramo de rosas el día de mi cumpleaños, hubiese preferido que lo hicieran el día de mi despedida, en persona, con una foto para el recuerdo.
Había sembrado bastante más de lo que recogí. Nunca doy para recibir, pero sí gusta saber hasta donde se llega. Intento pasar página y vivir mi nueva etapa lo mejor posible, rodeada de mi familia, amigos y de quienes realmente me quieren.
Afortunadamente SÍ hubo mucha gente que se depidió de mí por teléfono, WhatsApp o personalmente, que se alegraron de mi jubilación y me demostraron su cariño.
En mi Santo y cumpleaños, fueron muchos, muchos, quienes me felicitaron y se acordaron de mí, por eso me siento contenta de saber que hay personas para las que tienes un pequeño o gran significado en su vida. Gracias, muchas y sinceras gracias a todos.
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