Aún estoy intentando recuperarme del shock que supuso la noticia de tu perdida. Todos sabíamos que la cosa estaba regular pero no que este desenlace fuese tan repentino. No quiero entrar en detalles de nada que sería recordar y evocar el dolor de todos los que te queremos.
Hoy entre sollozos puedo escribir mi sentir porque hasta hoy solo podía llorar tu recuerdo.
Simplemente quiero rememorar tantos y tantos momentos que hemos vivido juntas, a solas, con nuestras parejas y amigos. Desde que nos conocimos, en mi boda, nuestros embarazos, bautizos, comuniones y bodas de nuestros hijos.
Has sido mi buena y confidente amiga para muchas, muchas cosas. Nunca se expresan los sentimientos cuando son el momento de hacerlo, siempre lo hacemos tarde. Pero siempre has sabido lo que significabas para mi. A pesar de haber estado algún tiempo más distantes por circunstancias adversas a nuestra voluntad, nunca perdimos el contacto.
Si la vida fuese justa nos iríamos por orden de llegada y no al libre albedrío del destino. Tú tenías que seguir con nosotros y disfrutar de todo lo que aún te quedaba por vivir.
No podré olvidar jamás el domingo día 14 cuando tu marido me dijo que ya no estabas. Fue algo desgarrador. Como lo fue ver a esa madre, con muchos más de 90 años, teniendo que despedirse de su única hija. Eso es algo que jamás se podrá borrar de mi memoria.
Aunque dicen que el tiempo lo cura todo, lo que nunca podrá curar ni borrar es tu recuerdo dentro de mi, en lo más profundo de mi ser.
¡Mi buena y querida amiga Patro, siempre en mi!
Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia.
Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta...
que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríe triste y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve
La tarde al fin se oscurece;
que el camino que serpea débilmente se aleja
se enturbia y desaparece
Acuérdate de mi cuando me olvides,
que allí donde no estés iré a buscarte
siguiendo el rastro que en el cielo escribes
las nubes que van a ninguna parte
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