Tras los varios meses en los que he tenido un buen entretenimiento con los divertículos y algo de estrés, ahora que estoy de vacaciones y debería estar bastante relajada, me encuentro en la recta final del casamiento de mi pequeña. Los últimos preparativos, todos los detalles, lo que va surgiendo y lo debes tener concertado, esto es un no parar.
Si añadimos que nos están cambiando los ascensores y llevamos un mes subiendo y bajando 5 plantas... esto va a terminar conmigo y mi perro. Sumado al caluroso verano, ambos llegamos al último tramo de escalera jadeando y sin recuperar aliento hasta pasado un buen rato.
El blog, algo aparcado, las comidas son las de siempre, las pocas que hago ligeras. Me estoy dedicando a fondo a las manualidades que preparo para la boda.
Quizás abarco más de lo que puedo pero quiero estar en todos los frentes y me cuesta delegar, sobre todo en las cosas que me gusta hacer y las disfruto. Esto me pasa factura y no termino de recuperarme.
Llegado el mes de septiembre pondré en el blog todo cuanto he hecho para la boda, que no es poco, y que se llevará buena parte de las entradas de ese mes.
Y llegado ese punto espero poder sosegarme y empezar la monotonía habitual que es lo mejor que hay, no se aprecia hasta que no la tienes, como todo.
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