Eso que dicen que 2ª partes nunca fueron buenas aquí no se cumple. De vez en cuando nos gusta salir del entorno a tapear y en esta ocasión llevaba tiempo diciendo que quería ir al Braserito que han puesto nuevo no muy lejos de mi zona, pensaba que no iba a haber casi nadie y todo lo contrario, lleno a rebosar, eso sí más bien de gente jovencita. El estilo a mi no me gustó mucho y menos aún cuando nos pusieron unas cervezas mal echadas y calentonas y unas tapas penosas, y yo que quería probar las patatas con huevos que dicen son famosas en el que hay en la calle Navas, está claro que ese sitio no es para mi, me ahorro conocer el original, mi hija dice que es para gente como ella -qué poco exigentes son los jóvenes- será cuestión de edad. Así que vuelvo al tapeo de mi barrio donde se mejoran cada día.
En el restaurante La Leñera cada día que entro, Conchi y Ricardo, me sorprenden con sus nuevas tapas de diseño que están buenísimas y con sus innovadores arroces que mejoran a diario. Y un aseo como pocos, ni los mejores hoteles, está cuidado al mínimo detalle e impecable, esto es algo que hay que resaltar porque en algunos sitios temes ir al servicio por lo descuidados que están.
En la Pizzería Bocalino, tanto el cocinero como las chicas que trabajan en cocina se esfuerzan en hacer unas tapas que sorprenden gratamente y eso que la cocina no le permite hacer grandes cosas porque está montada para hacer pizzas, pero su esfuerzo vale la pena indudablemente.
En La Cabaña, Juan no se duerme en los laureles y sigue mejorando con algunas innovaciones muy acertadas como la tapa de jamón asado que cuando está tostado me gusta hasta a mí, que no soy muy de carne.
En Sal Gorda no hace mucho que estuvimos y parece ser que ha mejorado en cuanto al tapeo aunque no estoy segura de si es así o es que coincidió que estaba Julián y el siempre es muy atento y nos pone muchas cosas entre ellas una sopa que estaba suprema.
El Despacho sigue en su línea con unas conservas de productos gigantescos muy ricos y donde las cervezas las han mejorado al poner vasos fríos.
Los Santanderinos sigue siendo un rincón encantador para tomarse unas tapitas delicadas y unos pescados soberbios siempre atendido o supervisado por Jesús.
Por lo demás, ando toda la semana de cabeza entre el trabajo y la casa y bebiendo agua, y cuando llega el esperado fin de semana es un cambio total, salir con mi marido, relacionase con los amigos y el entorno y beber cervecita fresca preferentemente en mi barrio, pero haciendo escapadas de vez en cuando para descubrir nuevos lugares y poder opinar después de ellos para bien o para mal, al fin y al cabo es sólo mi opinión personal.
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