Nuestra compañera Teresa se va a a su tierra, Málaga, ha estado entre nosotros poco tiempo, pero estoy segura de que a pesar de tener cada uno nuestros días buenos y malos, nuestras neuras y siendo cada uno de su padre y de su madre, en términos generales, creo que ha sido positivo su paso por la Plataforma y cuando se acuerde de sus compis, lo hará con algo de nostalgia y cariño, estoy segura. Lo triste es que se valore y se eche en falta a la gente cuando ya no está con nosotros, deberíamos aprender a hacerlo en su momento. En fín lo importante es reconocer que, para bien y para mal, queda un vacío para todos. Mariat.Jim..., porque me han quitado el rabito de la ñ, ha sabido vivir y disfrutar de Granada, quizás mejor que cualquiera de nosotros por lo que también se lleva un buen recuerdo de esta bonita ciudad.
Decidimos hacer una pequeña comida homenaje para despedirla y hacerlo en las Comendadoras de Santiago, dado que Teresa tenia interés en ello y era una buena oportunidad. Personalmente pensé que comeríamos zafarrancho de combate, tuvimos que ponernos de acuerdo en el menú, todos igual, no pasa nada, lo importante es pasar un rato juntos y a gusto, asumí que ese día comería más bien poco porque el menú no era lo más idóneo para mí y algunos más, lo cierto es que no ha estado nada mal, un menú aceptable. Bueno, sólo fallaron en el postre, parece mentira que unas monjas fracasen en repostería, con la buena fama que tienen de hacer fantásticos dulces, reconozco que el postre lo ultimamos ese mismo día y a última hora, pero unas natillas no son complicadas y podrían haberlas hecho mejor, se masticaban las bolas de maicena o similar, grumo tras grumo, imperdonable. Admitiremos que ese día algo falló en los fogones y lo pasaremos por alto, otras personas que han estado en ocasiones anteriores dicen que los postres eran muy buenos, eso es lo normal, quizás volvamos a repetir más adelante y procuraremos concretar con detalle todo en su momento para evitar desaliños como ese. El lugar, maravilloso, un remanso de paz y quietud, limpio y cuidado, quizás deberíamos pasar unos días allí para una buena depuración mental, seguro que a más de uno nos vendría bien. Un paseo fugaz con nostalgia por mi antiguo barrio del Realejo, que repetiré más tranquilamente y a otra hora menos calurosa. Una tarde agradable con mis compañeras y con Teresa que se nos va, hasta siempre, un beso.
Decidimos hacer una pequeña comida homenaje para despedirla y hacerlo en las Comendadoras de Santiago, dado que Teresa tenia interés en ello y era una buena oportunidad. Personalmente pensé que comeríamos zafarrancho de combate, tuvimos que ponernos de acuerdo en el menú, todos igual, no pasa nada, lo importante es pasar un rato juntos y a gusto, asumí que ese día comería más bien poco porque el menú no era lo más idóneo para mí y algunos más, lo cierto es que no ha estado nada mal, un menú aceptable. Bueno, sólo fallaron en el postre, parece mentira que unas monjas fracasen en repostería, con la buena fama que tienen de hacer fantásticos dulces, reconozco que el postre lo ultimamos ese mismo día y a última hora, pero unas natillas no son complicadas y podrían haberlas hecho mejor, se masticaban las bolas de maicena o similar, grumo tras grumo, imperdonable. Admitiremos que ese día algo falló en los fogones y lo pasaremos por alto, otras personas que han estado en ocasiones anteriores dicen que los postres eran muy buenos, eso es lo normal, quizás volvamos a repetir más adelante y procuraremos concretar con detalle todo en su momento para evitar desaliños como ese. El lugar, maravilloso, un remanso de paz y quietud, limpio y cuidado, quizás deberíamos pasar unos días allí para una buena depuración mental, seguro que a más de uno nos vendría bien. Un paseo fugaz con nostalgia por mi antiguo barrio del Realejo, que repetiré más tranquilamente y a otra hora menos calurosa. Una tarde agradable con mis compañeras y con Teresa que se nos va, hasta siempre, un beso.
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