La primera vez que se podía votar, fui contenta y di mi confianza al PSOE, aquellos entusiastas de Felipe Gonzalez y Alfonso Guerra, luchadores incansables por el bien del obrero y el pueblo, ¡cuánto han cambiado las cosas!, de esas chaquetas de pana tan típicas a esos trajes de marca que a todos nos gustan y sientan tan bien. Sería la última vez que votase a este partido. Para mi y mi entorno sería con Adolfo Suárez con quien se consiguió un estatus importante y equilibrado, y el PP al que llevo dando más de una oportunidad creo que ya me está cansando, tiene en sus manos el hacer las cosas bien y empieza a fallar. España necesita al trabajador medio para seguir hacia delante y lo están machacando entre unos y otros, quizás las próximas votaciones no tenga más remedio que hacerlo en blanco, quemada por todos.
Cuando pongo las noticias por la mañana a la 7 a.m, no hay día que no me lleve un disgusto con los trapicheos, desfalcos y mal hacer de unos y otros, parece que se trate de ¡a ver quién se lleva más! Se decía que no habría enchufismos y cuantos primos, hijos, sobrinos o vecinos de alguien importante, ocupan puestos de interinos porque son quienes se adaptan perfectamente al perfil que se necesita para tal o cual puesto, mientras, yo entré por oposición y llevo toda la vida opositando para conseguir ascender de categoría y encima, siempre con el miedo de que bajan los sueldos, congelan esto y lo otro, pero nos invaden cada día más jefes y cargos intermedios y menos personal de a pie, exigiendo más y facilitando cada día menos nuestra vida laboral y familiar, ¡Qué cabreo tengo!
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