Hace mucho tiempo que estaba interesada en conocer estas dos ciudades de la provincia de Jaén que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. No hay ningún otro lugar en España que tenga tanta riqueza monumental.
Empezamos en Úbeda en el Parador Nacional "Condestable Dávalos" que ya es por sí sólo un hermoso palacio de estilo renacentista situado en la plaza Vázquez de Molina, donde se comienza el largo e interesante paseo por la ciudad intramuros que rodea el Guadalquivir y donde a cada paso encontramos palacios, iglesias, conventos y plazas monumentales. Al igual que en Baeza donde se puede observar la cantidad de casas particulares habitadas y que sólo pueden ser apreciadas por fuera, pero que nos dan una panorámica de la riqueza histórica de esta población. No voy a enumerar los lugares que pueden ser visitados por el turista de a pie porque son muchos, para ello hay visitas guiadas que pueden ser contratadas en cualquier lugar de la zona y darán plena satisfacción al visitante, así como a través de la oficina de información y turismo que informan de los sitios más notorios e imprescindibles que deben ser visitados para quienes quieran ir por libre.
Como mi blog está centrado en el tema culinario, quiero hacer especial mención a la gastronomía de ambos lugares y el fabuloso tapeo que allí encontramos.
Primera jornada en Úbeda y tras un largo recorrido monumental, llega la hora del merecido aperitivo que comenzamos en el restaurante La Imprenta, una tapa de careta de cerdo en salsa, bueno, eso no es lo mío, pero el sabor no estaba mal, personal agradable y sin problemas en añadir nueva tapa si la anterior no es del agrado, aun así cambiamos de lugar. Un eficiente y gracioso chico caza turistas para su restaurante, nos indicó La Terraza donde se comía bien con buena relación calidad-precio, una morcilla sin piel con ochíos, típico pan de la zona que podemos degustar tanto en panecillos como en colines, muy rica, (he comprado unos ochíos para hacer mis propias tapas).
Ya por la noche empezamos en la taberna Loriga, donde tomamos cervezas frías, en vasos fríos, con tapas bastante aceptables, salmón y ensaladilla. La taberna Patrimonio sin reseña, aunque sí diré que el camarero del exterior, al parecer el dueño, algo estridente con su personal. En el palacio de Úbeda, un exquisito y selecto lugar de elaborados platos a la vez que reducidos, muy agradable y unas tapas tanto extras, como acompañando a la consumición, ricas. En la vieja Sastrería, sirven la cerveza en jarras de lata, originales. La Tintorera, normal. Pasamos por la calle Melancolía, famosa por la canción del cantaautor Joaquín Sabina, calle que conocerá bastante bien dado que él es de Úbeda y habrá dado largos paseos por allí, te sientes obligado a tararear la canción si la conoces, "calle melancolía quiero mudarme hace tiempo al barrio de la alegría pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía..."
Imprescindible probar los ochíos y los andrajos, guiso típico.
En cuanto al Parador, donde nos hospedamos, un sitio tranquilo, agradable que recomiendo para empezar ahí mismo la visita turística.
Al día siguiente nos vamos a Baeza donde terminamos nuestra peatonal visita turística con un paseo en el cochecito que te lleva por todas las zonas que has visitado e incluso las partes y barrios más altos de la ciudad que pueden despistarse al viajero. Por 4€ por persona, te sirve para descansar un poco al tiempo que sigues la visita de la ciudad. Y ahora, la ansiada hora del refresco-tapeo. Comenzamos en La Góndola, cerca de donde empieza y termina el paseo en cochecito o bus turístico, recomendable por su buen saber-estar, además de unas tapas ricas y una cerveza bien fría. Tundidores, también se puede visitar y hacer un alto en el camino. Navarrete, bien también. La gran decepción fue el famoso restaurante Juanito, ya estábamos tan llenos que no pudimos degustar el menú, que al parecer es bueno, de haber tenido barra sí podíamos haber probado alguna cosa típica para ver si la fama es totalmente merecida y su calidad. Un fallo que los restaurantes no quieran tener barras para tomar unas cervezas con unas raciones, amén del restaurante propiamente. Quizás en otro momento podamos visitarlo y opinar.
Recomendación especial para tomar unos virolos, en la pastelería Virolo, dulce típico de Baeza suave y delicado dulce de hoja con azúcar glas y un poco de cabello de ángel.
En general puedo decir que en ambos sitios hemos comido bien pero muy a favor de Baeza diré que en todos los lugares disponen de recipientes fríos para una refrescante cerveza ¡como debe de ser! Así como hacer hincapié en los precios, una caña fresquita con vaso frío, con una buena y rica tapa vale 1.50€ en todos los bares, y en Úbeda un poco más, 1.60€ y 1.70€ la más cara, creo que está bastante bien. Teniendo en cuenta la cantidad de turistas que por allí transitan, que gran número de personas viven principalmente de ellos y el resto de los olivos, no masacran al viajero con sablazos.
Me gustaría que en Granada fuesen tomando nota porque se está disparando en cuanto a precio. Hubo una época que Granada era famosa por su buen tapeo pero ahora se están pasando tres pueblos cobrando una simple caña, sin el apreciado vaso frío, y con una tapa normal 2 y 2.2€, Y si unos pueden asumir precios más bajos sin rondar la pobreza, el resto también puede.
El viaje totalmente repetible en cualquier otro momento. Sólo debo hacer una pequeña mención a las moscas que han sido protagonistas de todo el recorrido. Motivo, no lo sé pero en ambas ciudades nos han acompañado donde estuviéramos, no hay sitio que se precie que no tuviese alguna, pequeñas pero cansinas.
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