Quería hacer un recetario para mis hijos, que pudiesen ver y hacer las comidas que han conocido desde siempre, pero me animaron a hacerlo en un blog donde no solo ellos pudieran tener acceso. No cocino sólo porque hay que comer sino porque me gusta y disfruto haciéndolo. Quiero que mi cocina sea la más sana posible, basada en la dieta mediterránea. Siempre estoy abierta a cualquier innovación, propuesta o consejo. Además aprovecho este blog para hablar de otros temas del día a día.

lunes, 6 de agosto de 2018

El parador de Antonio e Iñaqui

Casualmente nos encontramos con Ignacio, ya conocido por todos como Iñaki. Son muchos los años que hemos comido en el negocio familiar que tenían, vimos desde un principio, como crecía poco a poco. Finalmente el negocio hace ya algunos años que desapareció.
Ahora se unen dos de los hermanos, Iñaki y Antonio que de siempre se les ha dado genial la cocina,  aún siendo muy distinta la profesión real de Antonio.
Nos comentaron haber montado un pequeño negocio donde se pueden degustar platos del día y comida familiar pero extraordinaria. Ambos tiene un don especial para cocinar. En muchos de los mejores restaurantes les gustaría disponer de un chef como ellos, aunque a ellos no les gustan los grandes bullicios.
Su cocina, que es lo importante, exquisita. Comimos unas fabes con almejas, las mejores que haya degustado hasta estos momentos. Bacalao con guisillo, extraordinario y una cuajada casera sin parangón.
Ciñiéndome a su negocio solo diré que es un lugar cuanto menos singular, sin ningún tipo de lujos, sólo una pequeña cocina con una terraza cubierta de parras, setos, follajes varios y con unos ventiladores colgando, que consiguen un clima tropical. Un poco calorcillo húmedo.
Nosotros que hemos estado en el norte hace muy poco, comido magníficamente, estado en algunos restaurantes de renombre, me atrevo a decir que estaba bueno, pero esto es lo más.
Te acompañan con una botella de vino para que tomes lo que quieras y botellines de cerveza fríos. Entre tanto traen un rico queso manchego, y unas patatas tipo inglesas, pero hechas allí, aliñadas perfectas, un placer.
Los platos son cada día el que toca, amén de hacer bacalao al pilpil, manitas de cerdo, costillas, conejo, encargos, etc.
No están muy interesados en que vaya más gente de la que pueden atender y necesitar. No desean publicidad.
Nosotros fuimos atendidos de maravilla y después de tantos años conociéndonos, un reencuentro estupendo. El precio fue el cum laude, justo, justo. Sales más que satisfecho de la comida.
¡Hemos de volver al menos un par de veces más este verano! Ha llegado la contrarevolución de la cocina a Motril.

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