El 11 de septiembre es una fecha feliz y triste a la vez para no olvidar nunca, por una lado es un día muy feliz porque es el cumpleaños de mi hija Beatriz, desde que supe que estaba embarazada tenía claro que iba a ser una niña rubia con ojos azules y que se llamaría Beatriz y así fue, un parto difícil, una niña que tardó en venir al mundo pero que al fin pude ver esa miniatura rubia con ojos azules.
Triste por ser el día en el que terminando de comer vimos el telediario con esa atroz noticia y esas imágenes escalofriantes que aún sigo viendo de las torres gemelas, en un primer momento creí que se trataba de efectos especiales de alguna película, no podía creer que eso estaba ocurriendo realmente, viendo una y otra vez lo ocurrido y pensando que era irreal, han pasado muchos años y ese recuerdo perdura tal cual sucedió, pensando que eso era imposible, impensable que precisamente ocurriera algo así y en Estados Unidos, que cayeran ante nuestros ojos esas dos inmensas torres como si fuesen de juguete y la cantidad de personas que se irían en tan solo unos minutos, esto es algo que no vamos a olvidar nunca y debemos pensar que algo así no puede ocurrir nunca más.
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